Verano 2011
Este verano he tenido la oportunidad de viajar a India, no como una turista más, sino en una experiencia solidaria que me ha permitido sumergirme, durante casi mes y medio, en una realidad completamente diferente a la mía.
Allí he desarrollado distintas labores relacionadas con el ámbito de la educación. La actividad central en este viaje ha sido el trabajo durante veinte días en un orfanato que los Claretianos regentan en Karumatur, un pequeño pueblo situado a unos treinta kilómetros de la ciudad de Madurai, capital del estado de Tamilnadu, al sur de India.
En el orfanato “Mercy Home” viven aproximadamente veinte niños, con edades que van desde apenas unos días de vida hasta los cuatro años. Mi actividad allí se centraba en el trabajo con los más mayores, siete niñas y un niño de edades comprendidas entre año y medio y cuatro años, que al tener algún tipo de minusvalía física o enfermedad, en principio, y por cuestiones culturales, no son susceptibles de ser adoptados.
El trabajo con ellos en la mañana tenía más bien un carácter académico, orientado a las clases de iniciación a la lectura, a la escritura y también al aprendizaje del inglés, con clases de conversación. La tarde tenía un carácter más lúdico, enfocada al juego y a alguna actividad al aire libre.
Pero más que un orfanato puede decirse que “Mercy Home” es una casa de acogida, un hogar para quienes han sido abandonados por sus familias, independientemente de su edad, así que además de los bebés también viven allí treinta ancianos. Su vida es tranquila, les cuidan, les miman y se sienten muy queridos. Por los mañanas organizan para ellos diferentes actividades: talleres de manualidades, de velas e incluso un poco de diversión con los tan famosos “memory games”. Así que esos días en el orfanato, además de trabajar con los niños puede participar en los talleres y juegos de los mayores.
Durante este viaje también he tenido la oportunidad de compartir unos días con las Claretianas en Mysore y conocer la labor que realizan allí en un slum. Unos cincuenta niños del slum están integrados en un programa de tutorías y por las tardes reciben clases complementarias con el fin de apoyar su educación y evitar no sólo el fracaso escolar, sino también y especialmente que abandonen sus estudios a una edad muy temprana. Es una labor orientada a la promoción de aquellos pequeños cuya situación familiar y económica no facilita su formación educativa.
Viajar a India y vivir allí durante algo más de un mes, conociendo diferentes realidades, trabajando en distintos campos y compartiendo mi día a día, ha sido una experiencia muy positiva y enriquecedora, un sueño que he tenido la suerte de poder hacer realidad… ante eso sólo puedo decir ¡¡NANDRI!!, ¡¡GRACIAS!!.
Este verano he tenido la oportunidad de viajar a India, no como una turista más, sino en una experiencia solidaria que me ha permitido sumergirme, durante casi mes y medio, en una realidad completamente diferente a la mía.
Allí he desarrollado distintas labores relacionadas con el ámbito de la educación. La actividad central en este viaje ha sido el trabajo durante veinte días en un orfanato que los Claretianos regentan en Karumatur, un pequeño pueblo situado a unos treinta kilómetros de la ciudad de Madurai, capital del estado de Tamilnadu, al sur de India.
En el orfanato “Mercy Home” viven aproximadamente veinte niños, con edades que van desde apenas unos días de vida hasta los cuatro años. Mi actividad allí se centraba en el trabajo con los más mayores, siete niñas y un niño de edades comprendidas entre año y medio y cuatro años, que al tener algún tipo de minusvalía física o enfermedad, en principio, y por cuestiones culturales, no son susceptibles de ser adoptados.
El trabajo con ellos en la mañana tenía más bien un carácter académico, orientado a las clases de iniciación a la lectura, a la escritura y también al aprendizaje del inglés, con clases de conversación. La tarde tenía un carácter más lúdico, enfocada al juego y a alguna actividad al aire libre.
Pero más que un orfanato puede decirse que “Mercy Home” es una casa de acogida, un hogar para quienes han sido abandonados por sus familias, independientemente de su edad, así que además de los bebés también viven allí treinta ancianos. Su vida es tranquila, les cuidan, les miman y se sienten muy queridos. Por los mañanas organizan para ellos diferentes actividades: talleres de manualidades, de velas e incluso un poco de diversión con los tan famosos “memory games”. Así que esos días en el orfanato, además de trabajar con los niños puede participar en los talleres y juegos de los mayores.
Durante este viaje también he tenido la oportunidad de compartir unos días con las Claretianas en Mysore y conocer la labor que realizan allí en un slum. Unos cincuenta niños del slum están integrados en un programa de tutorías y por las tardes reciben clases complementarias con el fin de apoyar su educación y evitar no sólo el fracaso escolar, sino también y especialmente que abandonen sus estudios a una edad muy temprana. Es una labor orientada a la promoción de aquellos pequeños cuya situación familiar y económica no facilita su formación educativa.
Viajar a India y vivir allí durante algo más de un mes, conociendo diferentes realidades, trabajando en distintos campos y compartiendo mi día a día, ha sido una experiencia muy positiva y enriquecedora, un sueño que he tenido la suerte de poder hacer realidad… ante eso sólo puedo decir ¡¡NANDRI!!, ¡¡GRACIAS!!.