El tiempo
litúrgico es pedagógico y como tal nos
invita en estos días a acompañar simplemente, con amor y profundidad; y celebrar con Jesús, con sus discípulos, con
María el misterio Pascual; estas meditaciones desde los comienzos de la comunidad cristiana han sido centrales
en la profundización de la fe, en su trasmisión y camino del discipulado.
Contemplemos,
adoremos a Jesús en su entrega, sintamos su abandono y confianza, acojamos su salvación;
¡Que el perdón, que regala – desde la
Cruz y en el cenáculo después de la resurrección - suavice las discrepancias,
divisiones, cure nuestras heridas y nos haga capaces de perdonar! Abramos el
corazón para que sus sentimientos, sus actitudes se impriman más y más en
nuestra vida. Así podremos salir al encuentro de los otros, aliviar su dolor y llevar la esperanza.
“Que Nuestro Señor les conceda unas felices
Pascuas de Resurrección, y que todas hayan resucitado con su Divina Majestad a
nueva vida de gracia imitando las virtudes que estos días hemos meditado al pie
de la Cruz.” (Ma. Antonia París, Carta 269)
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