
Su alegría y emoción eran desbordantes, lo que manifestaba que vivió en
lo más profundo de sí lo que deseaba con todo su corazón y percibiendo de modo especial la acción de Cristo en
los sacramentos, a través de los ministros
de la Iglesia. Ella prometió amar
a Dios por encima de todo y a sus
hermanos, a su amada madre;
luego se puso a bailar y su alegría sorprendió a los cristianos que estaban
presentes en la celebración.
Al final de la Misa, saludó con alegría al sacerdote de la parroquia de Santa María en Kimwenza. Damos gracias a Dios por haber permitido
que Conchitha pueda gozar así de pertenecer a la
comunidad eclesial, aunque por su cercanía y cariño ya estuvo viviendo y compartiendo la fe a su
manera con la comunidad, durante muchos años.
Sr Claudine Obuna,
RMI.
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