Nos comparten esta información, TESTIMONIO, del P. Miguel Fernández Fariñas, cmf, de la comunidad de Songo-La Maya
Estimados todos:
Un saludo cordial de parte de esta comunidad claretiana de Songo-La Maya. Os informo brevemente de la situación que estamos viviendo tras el paso del huracán Sandy por estas tierras. Al día de hoy hemos podido visitar prácticamente todas las comunidades de esta extensa Parroquia de la Purísima Concepción que abarca los municipios de Songo-La Maya y del II Frente. Aunque en todo el territorio ha hecho su estrago, es mucho más grande en unos sitios que en otros.
El Sr. Arzobispo que nos convocó antes de ayer a todos los sacerdotes y religiosos/as de su diócesis, estima grosso modo, que las casas seriamente afectadas (unas por derrumbe total y otras por graves daños en la estructura) habrán sido unas 125.000 en toda la diócesis. Sin duda, la mayor catástrofe la ha sufrido la capital, Santiago. Da grima verla.
¡Y no digamos los campos! Se han perdido las cosechas en la mayor parte de la Provincia y la gente está muy temerosa de que en un futuro próximo no haya alimentos. Todos sabemos que en las naciones pobres,
mucha gente “sobrevive” con las cosas que da la tierra (por lo general, las más baratas) y especialmente con lo que, como sucede por lo general aquí, sobre todo en las zonas rurales, con las cuatro matas que uno puede sembrar en el patio de su casa.
En el territorio de nuestra parroquia, las poblaciones más afectadas han sido Songo, Jutinicú, La Maya, San Benito del Crucero, Yerba de Guinea… A pesar de tanta pobreza, y aunque haya preocupación grande y llanto entre la gente, no hemos encontrado casos de desesperación. Es muy frecuente oír, especialmente en los casos más graves, la siguiente afirmación: ¡Gracias a Dios, estamos vivos! Es un breve y grandioso himno de fe en medio de estas circunstancias. En una de las poblaciones, me confesaba una mujer antes de ayer que, más que el huracán con toda su fuerza, le había impresionado que en medio del ciclón, en plena noche, se le acercaran a su casa, pidiendo refugio, un matrimonio con su hija que iban completamente desnudos. Y también ellos exclamaron: ¡Gracias a Dios, estamos vivos”.
Estamos socorriendo a cuantas personas podemos. Para eso, pudimos comprar algunas cosas en Guantánamo; otras nos la dieron en Cáritas de Santiago y otras nos acaban de llegar desde Cáritas de Guantánamo.
Mañana habrá que seguir con el reparto… Por ahora sólo estamos repartiendo algunas cosas relacionadas con la alimentación. Más adelante habrá que pensar en ropa y otros artículos…
Estamos también atentos a lo que puedan hacer las autoridades. ¡No lo tienen fácil! Sólo el poner en pie el tendido eléctrico les llevará bastante tiempo. Nos dicen que la luz eléctrica tardará meses en llegar a zonas del campo. En poblaciones como La Maya es posible que tengamos que esperar todavía a que haya luz eléctrica de 10 a 15 días. Y queda la reconstrucción de casas, el normalizar el reparto de agua, la producción del campo…
Nuestros misioneros de Guantánamo no han tenido problemas en la ciudad, pero sí en algunas comunidades del campo que han sido seriamente afectadas. Las claretianas de esta ciudad están bien porque allí no azotó el huracán.
A la comunidad de Santiago sí les afectó el derrumbe de una parte del techo de la Casa. La fuerza del viento era tan enorme que logró abrir dos puertas grandes de la Iglesia (que está recientemente reconstruida y, por cierto, de una manera bellísima, gracias a la dedicación del P. Carlomán). Las claretianas de Santiago tuvieron algún desperfecto en la casa, pero lo han podido resolver pronto. Están haciendo una preciosa labor de caridad en Santiago.
Nosotros volveremos a celebrar la Eucaristía en algunos lugares, como allá, en tiempos de los Hechos de los Apóstoles, por las casas (me refiero a Songo y a Baltoni). No se puede predecir cuándo se podrá hacer una iglesia nueva en Songo ni cuando se podrá reconstruir la de Baltoni, que si ya estaba muy afectada en su estructura, ahora lo está más. No cabe sino acordarnos en la fe de aquello de que “la paciencia todo lo alcanza”.
Esta sencilla comunicación quiere ser fraterna. Y desde la fraternidad, recabar la ayuda más grande de todas, que es la de la oración mutua. Otro tipo de ayudas, si se pueden, brotan de la oración y es ésta la que le da su más grande y auténtico valor pues Dios sigue enviando sus “ángeles protectores” extendidos por toda la tierra como tenemos ocasión de ir experimentando ya. Hoy vinieron los “ángeles” de Guantánamo. Mañana y pasado vendrán otros de aquí y de allá.
Un fuerte abrazo para todos de la comunidad claretiana de Songo-La Maya.