Como anunciaba
Soledad en un anterior comunicado, el día 21 de diciembre, a las puertas de la
Navidad, en dos actos solemnes, pero entrañables - el primero en Tarragona y el
segundo en Reus - hemos recibido y acogido el Crucifijo que nos ha donado la
Compañía de María.
La primera parte
se desarrolló en el Convento de la
Compaña en Tarragona. Nos acogió la Superiora de la casa, Josefa Sintes,
compartiendo, cómo el deseo de Juana de Lestonnac,
de anunciar el Evangelio a todos los pueblos, se hizo verdadero no sólo en la
vida de la Orden, sino en otras personas
que habiendo bebido de ese caudal, fueron movidas por la fuerza de Dios a
fundar otros Institutos, como el nuestro.
La Delegada de la Superiora Provincial de Compañía de María, Hermana María
Isabel Rivas presentó el documento de la donación, firmado a continuación por María Soledad Galerón. En un clima de
oración y fraternidad hemos compartido algunos textos de la “visión inicial” de
María Antonia.
Aunque a las
puertas de la Navidad, también hemos adorado la Cruz como signo del amor de
Dios entregado hasta el fin por amor al hombre.
SEguimos disfrutando de la fraternidad con la merienda y emprendimos el camino hacia Reus. Las hermanas la Compañía se desprendían de un
“testigo” de su historia; parte de la vida de muchos alumnos del Colegio desde
el siglo XVIII. A la vez, estaban contentas por lo que significa para nosotras
Misioneras Claretianas.
En obsequio les
hemos entregado la “Virgen, Nuestra Señora de las Bodas de Caná”, talla de Marta Moroder, rmi, dejándoles el
mensaje de María “haced lo que él os
diga” como una expresión de nuestra gratitud. Nos prometimos un recuerdo
mutuo en la oración – ellas “viendo” la Virgen de Caná, nosotras el Cristo
crucificado.
En Reus nos esperaban
otras hermanas que pudieron ir a Tarragona. Acogimos a Cristo en el patio de la
casa y con grande emoción lo trasladamos a la Capilla donde en una emotiva celebración
hicimos memoria de aquellos momentos fundantes de nuestro carisma e historia
que llamamos la Visión inicial. Soledad
recordó que este Cristo no es sólo un regalo “material”, aunque tan grande,
sino un don que nos puede ayudar a nacer de nuevo en este tiempo del proceso de
Restructuración Congregacional, que puede renovar en cada una los mismos deseos
de entrega que a María Antonia, le ha hecho abandonarse a su entera Voluntad. Además
de los gestos de veneración, no faltaron ecos personales e invocaciones por
toda la Congregación.
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