No
mires el don sino el dador
Una rosa primorosa
Me dio Jesús dulcementey de su tallo pendía
una espinita inocente.
La contemplé largo rato
¿qué bonita era y qué bella!mas secóse y poco a poco
me fui quedando sin ella.
Los pétalos recogí
Y los besé con amormas estaban ya tan mustios
que más me dieron dolor
Pues me acordé de la rosa
tan fragante en otro tiempo
que tan hermosa en mi vida
ni vi, ni ver ya más pienso.
Entonces apreté el tallo
contra mi pecho, amorosa
por ser el postrer recuerdo
de Jesús y de la rosa.
De pronto miro asombrada
¿qué pasó?... salía sangre,
La espina tenía clavada
y en el pecho un dolor grande.
Aún contemplaba la herida
sin atreverme a hacer nada,
cuando oí que, suavemente
una voz así me hablaba:
¿Qué harás ahora con la espina?
¿la tirarás rencorosa?
Bésala, que el mismo amor
Te dio la espina y la rosa.
Mirar el Dador, mirar
a Jesús, dejarnos mirar por Él, para que su Persona, sus palabras y su obrar nos
ayuden a afianzar nuestra vocación, y caminemos hacia una progresiva configuración
con Él, a través de la vivencia del espíritu claretiano.
¡FELIZ
DÍA A TODAS LAS MISIONERAS CLARETIANAS
y
de modo especial a nuestra hermanas Junioras en su día!
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